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Backbase habla de modernización progresiva en las empresas

Close-Up Of Digital Screen With Data Against Businessman Working At Office

En los últimos años, América Latina ha experimentado un notable incremento en innovación tecnológica financiera, lo que ha cambiado drásticamente el escenario bancario de la región y le ha proporcionado una agilidad sin precedentes, ajustándose a las necesidades de clientes que cada vez son más digitales y que, en el caso de Colombia, están dejando de usar los canales tradicionales (oficinas físicas) para realizar transacciones financieras.

Cifras reportadas por McKinsey señalan que las fintechs pueden invertir el doble que los bancos tradicionales en innovación, representando un 70% frente al 35%. Esto se debe en gran parte a que los bancos dedican más del 65% de su presupuesto al cumplimiento normativo y al mantenimiento de sus sistemas actuales.

En Colombia, según cifras de Asobancaria, el 49.9% de la inversión en seguridad digital de las entidades financieras se destina a nuevas tecnologías como Big Data e Inteligencia Artificial. Por su parte, las Fintech tienen un panorama diferente. Un informe de Colombia Fintech mostraba que en 2022 tecnologías como inteligencia artificial y aprendizaje de máquinas (machine learning) se usaban en el 46% de las Fintech del país, cifra que en los siguientes cinco años las empresas esperaban elevar hasta un 74%.

A pesar de los esfuerzos de la banca por liderar los procesos de transformación del sector financiero, las entidades se tienen que enfrentar a una realidad inquietante: muchos líderes tecnológicos en las instituciones financieras no logran aprovechar plenamente el potencial de su arsenal tecnológico para crear un valor comercial tangible.

A menudo, los bancos lidian con sistemas tecnológicos fragmentados, costosos y poco flexibles. Según estimaciones de McKinsey, los bancos apenas logran convertir entre cinco y diez centavos de cada dólar en valor comercial adicional.

En medio de este escenario ha tomado fuerza el modelo de modernización progresiva, el cual les permite a los bancos hacer inversiones mucho más enfocadas en sus necesidades de sus clientes, ofreciendo velocidad y costos moderados con un riesgo significativamente menor para la organización.

A diferencia de otros enfoques, la modernización progresiva es adecuada para casi todas las instituciones, convirtiéndola en la opción preferida. Este método, a veces denominado «modernización progresiva impulsada por el journey», comienza identificando puntos de fricción y transformando un journey a la vez para mejorar la experiencia del cliente, la productividad del empleado y más.

¿Qué soluciona la modernización progresiva?

Uno de los obstáculos que  enfrenta la banca tradicional en los procesos de modernización es el costo de adoptar soluciones prácticas, pero no ideales para sus operaciones. Aunque estas soluciones temporales pueden ser adecuadas a corto plazo, generan costos ocultos que afectan negativamente las iniciativas a largo plazo.

Este fenómeno, conocido como deuda técnica, no solo complica la gestión diaria, sino que también limita la capacidad de la organización para producir un impacto significativo. “La deuda técnica en los bancos tradicionales es un asesino silencioso de la innovación y la competitividad. En Backbase, entendemos que la tecnología ya no es simplemente un respaldo, sino el núcleo de las organizaciones exitosas”, comentó Nicolás Perdomo, vicepresidente de ventas de Backbase en Latam.

La modernización y transformación bancaria es un proceso desafiante que a menudo requiere años de planificación exhaustiva, hasta que las presiones del mercado hacen inevitable la acción. No obstante, el secreto para diferenciarse radica en la innovación constante y gradual.

“Nuestro compromiso es liberar a las instituciones financieras de las limitaciones de los sistemas legados de TI y llevarlas hacia un modelo de Engagement Banking. Este enfoque transforma los sistemas digitales en plataformas sin fisuras para facilitar todas las interacciones entre clientes y empleados a través de múltiples canales”, añadió Perdomo.

De acuerdo con el reporte “Unlocking the banking technology workforce” de McKinsey & Company, las repercusiones de la deuda técnica son profundas. Este problema se manifiesta claramente en el presupuesto de tecnología: entre el 10% y el 20% de los fondos destinados a nuevos desarrollos tecnológicos son redirigidos para solucionar problemas de la deuda técnica.

Adicionalmente, esta deuda constituye entre el 20% y el 40% del valor total del patrimonio tecnológico de una organización antes de su depreciación, lo que incrementa el costo total de propiedad de estos activos al requerir inversiones adicionales para remediar estas deficiencias a lo largo del tiempo. Para los grandes bancos, este costo puede ascender a cientos de millones de dólares.

Según Gartner, por primera vez en una década, los CEO y ejecutivos comerciales senior en servicios financieros se están centrando en la tecnología por encima del crecimiento y la rentabilidad como prioridad comercial estratégica. Dentro de las inversiones en tecnología, las prioridades son la digitalización y la transformación, con énfasis en asegurarse de que los clientes y empleados tengan capacidades de tecnología flexibles.

Gestionar eficazmente la deuda técnica puede liberar hasta un 50% más de tiempo de ingeniería, según Gartner. Esto implica que los ingenieros al interior de los bancos podrán concentrarse en ofrecer el valor único y diferenciador de la organización, en lugar de dedicar tiempo a construir funcionalidades básicas desde cero.

Carlos Cantor

Carlos Cantor

GeekAdicto
Ingeniero industrial apasionado por la tecnología. Colombiano amante de la cerveza. Adicto a los E-sports.