La inteligencia artificial (IA) ha irrumpido en el ámbito de la educación creativa, modificando procesos, metodologías y formas de pensar. Lo que hace unos años parecía un escenario futurista, hoy es una realidad palpable en las aulas de diseño, publicidad y comunicación visual. En este nuevo contexto, la clave no está solo en adoptar herramientas, sino en cultivar el criterio necesario para usarlas con responsabilidad y profundidad.
“La IA se alimenta de productos desarrollados por profesionales con criterio, pensamiento estratégico y mirada entrenada. Solo una persona experimentada puede discernir lo excelente de lo bueno, lo regular o lo mediocre”, señala Juan Carlos Gauli, director del área de audiovisual y creación gráfica de la universidad española UDIT.
El debate ya no gira en torno a si debe utilizarse inteligencia artificial en el aula, sino en cómo y para qué integrarla. Desde su uso para generar referencias visuales hasta su aplicación en evaluaciones automatizadas, la IA plantea un nuevo paradigma educativo. Sin embargo, la incorporación de estas tecnologías exige más que dominio técnico: demanda pensamiento crítico, criterio ético y comprensión profunda.
“Más importante que saber usar una plataforma es saber por qué usarla. Enseñar con IA implica también enseñar a detenerse, a dudar, a justificar las elecciones creativas en un entorno donde todo puede resolverse en segundos, pero no necesariamente con profundidad”, agrega Gauli.
Este enfoque obliga a replantear la forma en que se evalúa el aprendizaje. La capacidad de la IA para generar textos, imágenes o propuestas visuales de forma casi instantánea lleva a cuestionar el valor del proceso frente al producto. Por ello, muchas instituciones han comenzado a exigir no solo entregas finales, sino también procesos documentados: bocetos, versiones intermedias, decisiones descartadas y reflexiones argumentadas.
“Este enfoque busca garantizar que la IA no sustituya la comprensión, la investigación ni el desarrollo conceptual, sino que los potencie”, sostiene el académico de UDIT.
En Colombia, la adopción de la inteligencia artificial en el ámbito educativo avanza con rapidez, aunque todavía presenta retos estructurales. Según el Ministerio TIC y el BID (2024), solo el 32 % de las instituciones educativas del país ha implementado herramientas de IA, mientras que más del 70 % de los docentes considera que transformará la enseñanza en los próximos cinco años.
No obstante, esta visión optimista contrasta con una realidad más compleja: el 68 % de los jóvenes universitarios asegura haber usado plataformas como ChatGPT para apoyar sus estudios, pero apenas el 27 % ha recibido formación formal sobre su uso ético y responsable (Observatorio de la Universidad Colombiana, 2024).
Estos datos reflejan una necesidad urgente: formar pensamiento crítico y competencias digitales, más allá del simple dominio técnico de plataformas específicas. En un país donde las habilidades digitales representan el 35,1 % de la brecha tecnológica nacional (MinTIC, 2023), la educación creativa tiene el desafío de acompañar a los estudiantes no solo en el uso de nuevas tecnologías, sino en su comprensión profunda, cuestionamiento ético y aplicación con criterio e intención.
“La inteligencia artificial ya transforma la educación creativa, pero más allá de su uso técnico, el verdadero reto es desarrollar pensamiento crítico, ética y comprensión profunda. No se trata solo de integrar herramientas, sino de formar creadores responsables que comprendan cuándo y cómo usar la IA sin perder la autoría ni la intención detrás de su trabajo”, concluye Gauli, académico en UDIT, Universidad de Diseño, Innovación y Tecnología.
En un entorno en el que las máquinas pueden ejecutar tareas, el verdadero valor seguirá estando en la mirada humana, en su capacidad para interpretar, contextualizar y decidir. La presencia de la IA en el aula no puede ni debe ignorarse. Pero su incorporación requiere reflexión, criterio y visión. No basta con permitir o prohibir: es momento de repensar el sentido de la educación creativa en la era de la inteligencia artificial.

