La acelerada expansión de las energías renovables está transformando la matriz energética global y posicionando a Colombia como líder regional en transición sostenible. Según cifras del Ministerio de Minas y Energía, con más de 3 gigavatios (GW) de capacidad limpia ya conectados al sistema eléctrico nacional —un salto de 15 veces frente a 2018— Colombia avanza hacia una matriz más diversa, resiliente y menos dependiente de fuentes fósiles. Sin embargo, mientras el país avanza en esta materia, también se enfrenta a una nueva dimensión de riesgo: la ciberseguridad.
La transformación digital del sector energético a nivel mundial —especialmente en fuentes renovables— ha integrado tecnologías como Inteligencia Artificial (IA), Internet de las Cosas (IoT) y sistemas de control avanzados en infraestructuras críticas como parques solares, eólicos y redes inteligentes. Aunque estas innovaciones han mejorado la eficiencia y flexibilidad operativa, también han ampliado la superficie de ataque, exponiendo a operadores grandes y pequeños a ciberamenazas cada vez más sofisticadas.
Históricamente, el sistema eléctrico funcionaba bajo un modelo centralizado. Hoy, la generación distribuida —con miles de pequeños productores y comunidades energéticas— ha multiplicado los puntos de exposición. Cada panel solar, batería o dispositivo IoT puede convertirse en una puerta de entrada para ataques, especialmente en operadores con menor experiencia o protección digital.
Una tendencia preocupante es la proliferación de vulnerabilidades en dispositivos fundamentales como inversores solares, data loggers y gateways. “Muchos de estos equipos siguen conectados a Internet sin parches actualizados o con configuraciones inseguras, lo que permite a actores maliciosos manipular la producción, interferir con la red o acceder a sistemas críticos”, explica Enrique Fenollosa, LATAM General Manager de S2Grupo.
Además, la falta de estándares comunes entre empresas y consumidores complica la gestión del riesgo. Cada actor aplica sus propias políticas de ciberseguridad, con distintos niveles de madurez, lo que genera puntos débiles en la protección y eleva la posibilidad de que un incidente se propague por sistemas interconectados.
“El riesgo también se extiende a la cadena de suministro. Los proyectos de energías renovables dependen de componentes, software y servicios externos. Una vulnerabilidad en cualquiera de ellos puede comprometer toda la operación. Se han documentado casos como el de una empresa en Estados Unidos que encontró un equipo de comunicación no autorizado de origen extranjero en una planta solar, lo que evidencia la necesidad de mayor control sobre los elementos que se integran a la infraestructura crítica”, afirma Fenollosa.
¿Cómo debería proteger Colombia sus energías renovables?
A medida que Colombia avanza en su transición energética, es urgente que el país fortalezca sus capacidades de ciberseguridad en el sector. De acuerdo con los expertos de S2GRUPO, esto implica:
- Establecer estándares mínimos de protección digital para todos los actores del ecosistema energético, desde grandes operadores hasta pequeños productores.
- Auditar y monitorear dispositivos conectados, asegurando que cuenten con actualizaciones, configuraciones seguras y trazabilidad en su origen.
- Fortalecer la cadena de suministro, exigiendo transparencia en componentes y software, y evitando la incorporación de elementos no documentados.
- Adoptar modelos de seguridad como Zero Trust, que asumen que ninguna conexión es confiable por defecto, y promueven la verificación constante.
- Implementar sistemas de detección basados en inteligencia artificial, capaces de identificar anomalías, intrusiones y señales tempranas de ataque.
“La transición energética no puede avanzar sin una base sólida de ciberseguridad. Las energías renovables traen grandes beneficios, pero también nuevos riesgos que debemos anticipar. Proteger la infraestructura crítica es proteger el futuro energético del país”, concluye Enrique Fenollosa, LATAM General Manager de S2Grupo.
Colombia tiene la oportunidad de liderar no solo en generación limpia, sino también en resiliencia digital. La seguridad energética del futuro dependerá tanto de la innovación tecnológica como de la capacidad para protegerla.

