En 2026, la inteligencia artificial y la tecnología alcanzarán un nuevo nivel de madurez que impactará de forma directa en la toma de decisiones empresariales, los procesos creativos, la relación entre marcas y audiencias y la vida cotidiana. Así lo señalan expertos de la universidad española UDIT, Universidad de Diseño, Innovación y Tecnología, quienes destacan que el principal reto ya no será únicamente técnico, sino también ético, estratégico y cultural.
De acuerdo con David Alonso, Director del Departamento de Videojuegos, Animación y Tecnología de UDIT, los modelos de inteligencia artificial generativa están evolucionando hacia sistemas más autónomos, organizados en forma de agentes capaces de planificar, ejecutar acciones, coordinarse con otros sistemas y operar sobre entornos reales. “Estos modelos ya no solo generan contenidos, sino que gestionan flujos de trabajo, analizan datos, toman decisiones operativas y aprenden de sus propios resultados”, explica.
Esta mayor autonomía plantea importantes desafíos éticos para la industria, como la dificultad de atribuir responsabilidades, la falta de transparencia en la toma de decisiones, la amplificación de sesgos y el riesgo de usos maliciosos. “En 2026, el reto es diseñar sistemas gobernables, auditables y alineados con valores humanos, que permitan aprovechar el potencial de la IA sin perder la confianza social”, añade David Alonso, Director del Departamento de Videojuegos, Animación y Tecnología de UDIT.
En el ámbito empresarial, la IA tendrá un papel clave como apoyo en la toma de decisiones operativas y de negocio. Estará integrada en el día a día de las empresas, analizando datos en tiempo real, anticipando problemas y sugiriendo escenarios en áreas como ventas, marketing, logística o finanzas. Las decisiones rutinarias estarán cada vez más automatizadas, mientras que en las estratégicas la IA funcionará como un copiloto que ayuda a comparar alternativas y evaluar riesgos, siempre bajo supervisión humana.
En la vida cotidiana, el cambio más visible será la normalización de asistentes inteligentes integrados en móviles, plataformas de trabajo, educación y servicios. Estos sistemas realizarán tareas concretas como organizar agendas, gestionar trámites o apoyar el aprendizaje, convirtiéndose en una capa invisible del día a día. El principal reto será desarrollar criterio digital para saber cuándo delegar y cuándo supervisar.
En paralelo, la robótica avanzará de forma discreta y funcional, especialmente en sectores como retail, salud y educación. Se consolidarán soluciones diseñadas para apoyar tareas concretas como logística, inventarios, rehabilitación o refuerzo educativo; con el objetivo de liberar tiempo a los profesionales y mejorar la experiencia de las personas.
Desde el ámbito creativo, Maruca García, Directora del Área de Moda de UDIT, Universidad de Diseño, Innovación y Tecnología, señala que en 2026 la inteligencia artificial será una aliada clave para acelerar los ciclos creativos y desarrollar campañas hiperpersonalizadas. “La IA ayuda a generar ideas, conceptos, imágenes o vídeos en muy poco tiempo, lo que reduce considerablemente los tiempos de producción. Esto es especialmente relevante en mercados muy dinámicos, donde las marcas necesitan reaccionar casi en tiempo real”, afirma Maruca García.
En diseño de moda, la innovación en materiales marcará la agenda, con un mayor uso de materiales sostenibles y trazables, biomateriales cultivados en laboratorio y textiles inteligentes enfocados en funcionalidad, durabilidad y bienestar. Estos avances impulsan una moda más consciente, donde el diseñador actúa como mediador entre creatividad, tecnología y responsabilidad.
El concepto de branding también evolucionará hacia modelos basados en autenticidad, coherencia y trazabilidad. Las audiencias demandan marcas que demuestren con hechos quiénes son, con una comunicación más humana y transparente, en la que creadores, fundadores y equipos tengan un papel activo.
Además, las experiencias inmersivas dejarán de ser experimentales para integrarse de forma natural en pasarelas, showrooms y campañas digitales, a través de formatos híbridos, interactivos y personalizados que amplían el acceso y refuerzan el vínculo emocional con las marcas.
Finalmente, la industria avanzará hacia modelos de colaboración más transversales, donde diseñadores, tecnólogos y creadores independientes trabajen de forma integrada desde el inicio de los proyectos, impulsando la innovación a través de ecosistemas creativos compartidos.

