La lectura fácil no es solo una herramienta de inclusión, sino una necesidad urgente en la era digital. En Colombia, más de tres millones de personas viven con algún tipo de discapacidad cognitiva, auditiva o del habla, según el DANE, y la mayoría enfrenta dificultades para acceder a información pública, trámites digitales o servicios básicos en línea. Pero el problema no se limita a este grupo: también afecta a millones de ciudadanos con baja alfabetización digital, adultos mayores o personas que enfrentan barreras idiomáticas, según se desprende del proyecto Objetivo: España digital 2026. Accesibilidad web en español a través de la lectura fácil y del Libro blanco de la lectura fácil y la web comprensible.
Liderado por el Observatorio Nebrija del Español, el proyecto busca promover un modelo de diseño y redacción web que facilite la comprensión para todos los usuarios hispanohablantes. La iniciativa propone un lenguaje con vocabulario más limitado, frases cortas, estructuras gramaticales simplificadas y un diseño visual claro que mejore la experiencia de navegación.
“La lectura fácil no es una forma de escritura simplificada. Es un método de adaptación textual que sigue pautas concretas. Se dirige a personas con dificultades de comprensión -ya sea por razones cognitivas, lingüísticas, educativas o contextuales- y busca asegurar que puedan acceder a la información de forma real y efectiva. Tiene reglas propias: frases breves, estructura clara, uso de apoyos visuales, validación de la comprensión por parte del público destinatario. Pero no es un lenguaje infantil ni empobrecido. No busca menos contenido, sino más comprensión. La clave está en su enfoque: no parte del emisor, sino del receptor. Y no presupone una competencia abstracta, sino una necesidad concreta”, asegura María Xesus Bello Rivas, investigadora del Observatorio Nebrija del Español y de la Universidad de Tübingen.
En un contexto digital donde la información circula principalmente por la web, la comprensión se convierte en una condición necesaria para el ejercicio efectivo de la ciudadanía. La lectura fácil y el lenguaje claro debe aplicarse en ámbitos como la administración, la sanidad, la justicia, la educación y las interfaces digitales.
En Colombia, la Ley 1618 de 2013 garantiza el derecho de las personas con discapacidad a acceder a la información, mientras que el CONPES 4069 de 2021 promueve la accesibilidad digital como un pilar de la inclusión social. Sin embargo, estudios de la Federación Colombiana de Discapacidad señalan que menos del 30 % de los portales públicos del país cumplen con los estándares mínimos de accesibilidad cognitiva y visual, lo que demuestra la urgencia de implementar estrategias de lectura fácil en la comunicación digital.
“La web es el nuevo espacio público y todavía está lleno de escaleras invisibles”, advierte Bello. “Es una vergüenza que tengamos que estar exponiendo la necesidad de la lectura fácil y comprensible de los documentos de la administración o la banca por parte de los ciudadanos”, considera.
La lectura fácil se plantea como una rampa de acceso al conocimiento digital, capaz de beneficiar a toda la población. Según el Observatorio Nebrija, un 5 % de las personas tiene discapacidad intelectual o trastornos severos de comprensión; otro 9 %, dificultades cognitivas leves; un 38 %, barreras lingüísticas o de aprendizaje; y un 48 % puede verse afectado por baja experiencia digital o sobrecarga informativa. En conjunto, el 100 % de la población podría experimentar una mejora en su experiencia digital gracias a webs más comprensibles.
En Colombia, este enfoque cobra especial relevancia en sectores como la educación, la justicia y la salud, donde la complejidad del lenguaje y los procesos digitales suele dejar por fuera a quienes más necesitan acceder a la información.
“La comprensión no es un don individual. Es una posibilidad situada. Esto es, depende de los recursos del lector, sí, pero también de las condiciones del texto; de su estructura, de su diseño, de su forma de nombrar y de organizar el mundo. Un texto inaccesible no es solo difícil: es excluyente. Por eso, garantizar la comprensión no es solo una cuestión de estilo. Es una cuestión de derechos. De participación. De ciudadanía. El lenguaje claro mejora el conjunto del sistema, mientras que la lectura fácil asegura que nadie quede fuera, y juntas, devuelven al lenguaje su función más elemental: ser una vía de entrada, no una barrera”, agrega Bello.
José Luis García Delgado, director del Observatorio Nebrija del Español, considera por su parte que la iniciativa dará “un buen servicio” y tendrá “mucho recorrido entre la comunidad hispanohablante”.