*Por Joaquim Fernando Pires de Campos, Vicepresidente, Software, América Latina
La IA ya no es una tendencia y no está en un futuro lejano. Está presente en nuestra vida diaria y es un camino que debemos seguir, sin vuelta atrás, especialmente en el entorno corporativo. Sin embargo, escucho de varias fuentes que algunos profesionales se sienten incómodos al admitir que utilizan la tecnología de la que más se habla en este momento. ¿Por qué? Existen mitos y malentendidos sobre este tema. Como todo lo nuevo, genera resistencia, pero el consejo crucial es ser conscientes tanto de las ventajas como de los desafíos de la IA, especialmente en el lugar de trabajo.
Es contradictorio porque hay datos que demuestran que la adopción ha aumentado. Un estudio reciente de la Melbourne Business School sobre 32.000 trabajadores en 47 países muestra que el 58% de ellos utiliza IA en el trabajo.
Pero un estudio de la empresa Slack arroja otro dato interesante: El 48% de los empleados se sienten avergonzados de admitir que utilizan IA porque asocian esta actitud con el engaño o incluso con la pereza a la hora de realizar sus tareas.
Está claro que se trata de una cuestión cultural a nivel global. Cuando tienes un recurso que aumenta la productividad no significa que no estés trabajando o esforzándote menos. Esto significa que estará libre de acciones repetitivas, lo que, incluso con IA generativa, ayuda a aumentar la productividad, las nuevas oportunidades de crecimiento empresarial y el retorno de la inversión.
En IBM tenemos un caso de uso que ejemplifica esto. Nuestra IA, watsonx, tiene capacidades que van mucho más allá de responder preguntas. Los empleados, gerentes y equipos de RR.HH. pueden realizar acciones y acceder a la información de forma rápida y sencilla. Esto libera tiempo para que los líderes en esta área se concentren en tareas más estratégicas, como coaching y mentoring, ya que la herramienta ha generado una mejora del 75% en la productividad. Y en términos de impacto en los resultados de la empresa: tuvimos una reducción del 40% en el presupuesto operativo de RRHH, además de una adhesión del 100% por parte de los gerentes y más de 11 millones de interacciones anuales.
Está claro que los beneficios de la IA deberían ser motivo de orgullo, no de vergüenza. Porque, como escuché en una conversación reciente: “se necesita inteligencia para utilizar la inteligencia artificial”. Escuché esto de una escritora de libros corporativos que usa tecnología para sus producciones. Necesitas conocimientos y habilidades a la hora de crear el mensaje para generar el texto o la imagen que necesitas, y un ojo crítico para comprobar la información con precisión. Por supuesto, con el tiempo y la calibración de datos, esta última función será aún más fácil. E incluso entonces, para utilizar la IA, tuvo que aprender mucho. Lo cual, por cierto, ya nos saca de nuestra zona de confort en un mundo que ya estaba conectado e impulsado por la tecnología antes de que la IA se convirtiera en una práctica cotidiana. Por eso, reafirmo que el uso de la IA debe ser motivo de orgullo: los profesionales tuvieron que formarse antes de utilizarla.
Existen mitos en torno a este tema y uno de ellos es que la IA reemplazará a los humanos. En esencia, la IA no puede quitarle capacidades humanas como la empatía, la creatividad y el pensamiento crítico. Complementa esto llevándonos a prestar más atención a los aspectos más complejos.
Incorporar la tecnología al lugar de trabajo no es el único factor de transformación, sino una nueva mentalidad conectada con la cultura de la organización. Más beneficios surgen de la cualificación, la formación y el aprendizaje continuo. Y, ciertamente, la preocupación por la vergüenza de usar IA se vuelve irrelevante y el énfasis está en usarla de la manera más responsable y ética. Esto hace que su papel como profesional sea aún más valioso.

